Autores

Resumo

Este artículo propone una lectura sistémico-relacional del perfeccionismo como guion vincular internalizado, profundamente arraigado en contextos familiares e institucionales donde el afecto es condicional y la autoexigencia se convierte en estrategia de pertenencia. A través del análisis hermenéutico de tres viñetas clínicas (Martina, Ernesto y Lucía), se examinan las consecuencias psíquicas, emocionales y relacionales del perfeccionismo desadaptativo, así como los factores que posibilitan el pasaje hacia un funcionamiento más flexible y humanizado: el optimalismo resiliente. Se introduce la noción de “amor complejo” de Juan Luis Linares como clave interpretativa de los patrones vinculares que sustentan la disponibilidad sin reciprocidad, evidenciando la deprivación afectiva en los sistemas que priorizan el rendimiento sobre la nutrición emocional. La propuesta del optimalismo no se entiende aquí como una técnica individual, sino como una construcción relacional que exige entornos donde el error, el deseo y la ternura sean legítimos. El texto articula una perspectiva crítica que integra lo clínico, lo vincular y lo sociocultural, para pensar el perfeccionismo no como una falla personal, sino como un síntoma colectivo.